Blogia
Perracas

De quejas, reclamaciones y demás dolores de estómago

De quejas, reclamaciones y demás dolores de estómago

 

Hoy me voy a quejar, Porque sí, porque estoy dolida con el mundo. Y como en tres días vuelvo a trabajar y a escribir actividades para educar en valores, potenciar la empatía y demás rollos happy-flower, ahora me voy a desquitar siendo destructiva (en lugar de constructiva).

Quejarse es un derecho de los usuarios y una herramienta de los ciudadanos para colaborar con un mundo mejor. Pero yo, sintiéndolo mucho, aún no he conseguido dominar el arte de reclamar mis derechos sin llevarme un disgusto cuando te topas con un vendedor borde o uno de esos desquiciantes sistemas telefónicos de atención al cliente.

Odio a esa compañía de autobuses – que, dicho sea de paso, avanza hacia el monopolio en España – que tiene por sistema darte el libro de sugerencias cuando pides el de reclamaciones. Después de que me explicase Míriam que esto le pasó en una ocasión, casi me hierve la sangre cuando hicieron lo mismo conmigo, haciéndose los tontos cuando reiteré que quería EL LIBRO DE RECLAMACIONES DE VERDAD. Gilipollas... (Por cierto, que yo misma envié la copia correspondiente al organismo público encargado de regular todo esto, faltaría más).

Odio a las señoras que te dan golpecitos con el carro cada vez que alguien avanza un poco en la cola del súper, para obligarte a ganar un centímetro en la conquista de la caja de pago.

Odio el servicio de atención telefónica de mi compañía de internet que me tuvo un año pagando llamadas gratuitas sin recibirlas, después de dejarme la pasta en un 902 mil veces y pelearme con mi pareja porque yo quería quitar Internet, para ganarles yo en algo.

Odio a esas peluqueras a las que les dices: “sólo dos dedos” y empiezan por cortarte en seco un palmo, antes de igualar (esto lo odio por empatía, porque yo nunca he ido a una peluquería).

Odio no poder mirar las estadísticas de este blog ni poder añadir ni un mísero contador de visitas porque se cuelga cada vez que intento entrar en las opciones de administración.

Y por hoy ya he sido “prou” destructiva.

 

Gracias por vuestra abnegada atención:

 

 

LauS

3 comentarios

Manetti -

Yo odio sufrir los efectos de dos burocracias ineficientes: la italiana (porque sigo siendo ciudana italiana con una cuenta en rojo que mi 'amable' oficina no me deja cerrar!) y la espanola, por lo que vosotras ya conoceis..
Una era suficiente..

Iván -

Yo odio que te hagan esperar para facturar en los aeropuertos, en una cola inmensa que se sabe que durará horas, cuando hasta en cualquier mísera pescaderías o carnicerías tienen un cacharrillo rojo del que puedes cojer un número y así no tener porque estar depiés esclavo de tu posición en la fila.

(LauS, otro post magnifico por tu parte (Disclaimer: Tengo un relación muy estrecha con la autora))

Maialen -

Yo añado:
Odio que en los viajes largos de noche hagan 40 minutos de descanso que a nadie le hacen falta, en un lugar tan recóndito y desagradable como Alfajarín, y que te obliguen a salir de tu asiento ya caliente para helarte de frio a las 2 de la mañana en vez de quedarte dulcemente dormida...