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Perracas

Guía de la mendicidad

Guía de la mendicidad

Querido lector sin trabajo definido:

¿Te encuentras en uno de esos momentos de vida kk en los que no encuentras trabajo ni perrito que te ladre? ¿Quieres sacarle partido a tu morro natural para sacarte unas perrillas (que no perracas) extras? ¿Has tenido un churumbel pero eso de pedir la ayuda de los 2500 euros te parece muy complicado?

Si te encuentras en alguna de las situaciones anteriores, ¡esta es tu guía!

Aquí te ofrecemos dos ejemplos para ejercer la mendicidad con profesionalidad. Haremos una continuación en función de la acogida del artículo entre mi público habitual (o sea, yo y 2 ó 3 perraquillas más). Incluso, puede que recibamos algún post de felicitación (ejem, no penséis que los escribo yo, o sea te lo juro).

Oportunidad 1: simpático cantautor de vagón de tren.

  1. Búscate un instrumento popular: guitarra, bongos o palmas. No importa que no sepas tocarlo, simplemente acompaña tu melodiosa voz haciendo percusión con unos golpecitos a final de frase sobre la caja de resonancia del instrumento. Lo importante es hacer ruido.
  2. Piensa en una canción pegadiza. No hace falta que sea tuya, siempre y cuando no haya ningún pasajero de la SGAE en el vagón. Especialmente interesantes son las que hacen sentir culpables al personal, como: "Sólo le pido a dios, que mi plegaria no le sea indiferente". (dios=pasajeros, plegaria=canción berreada, indiferente=dame pasta).
  3. Elige una línea de tren y háztela entera, cada día, en el mismo horario, pasando por todos los vagones, para conseguir aficionar a tu público. Ellos no lo saben, pero, en el fondo, después de todo un día jodidos currando, 20 minutos esperando en la p*** estación a que venga el super puntual tren de la Renfe y un viaje de 25 minutos a su casa con el estómago vacío, les mola tener a un tío a su lado cantando día tras día la misma canción, acompañamiento instrumental incluído, aunque nadie les haya preguntado primero.

Oportunidad 2: desconsolada madre jovencita con bebé en brazos.

  1. Búscate unas buenas sandalias con calcetines (imprescindible).
  2. No pagues billete. ¡A ver si ahora trabajar nos va a costar dinero!
  3. Lleva siempre a tu bebé en brazos, bien visible. Mejor si llora, dará más pena y te darán más dinero aunque tú no les gustes. La gente es así de tonta, le dan pena los niños explotados, ya ves.
  4. Sitúate en medio del vagón y, con voz chillona y quejumbrosa, recita este poema (una entonación adecuada requiere mucha práctica):

“Soy una chica pobrecita (marcando el pobrecita como si fueses a llorar) (pausa). No tengo papeles de trabajo (pausa). No tengo pañales pa’mi niño. (pausa). No tengo leche (pausa). ¡Mucha suerte para tu y tu marido! (¿). Una ayudaaaaaaaaaaaa, por favoooooooooor (alargando las letras como los cantantes de OT).”

Entonces, despacio, te vas acercando a todos y cada uno de los viajeros haciendo sonar unas monedas (mensaje: otros ya han donado, ¿serás tú menos que ellos?). Intenta invadir su espacio personal aunque no te miren para darte a entender que no lo intentes. Acompaña tu paseo de bendiciones, mentando a Dios en vano.

El tema que no te puedo aclarar, porque lo desconozco, es cómo es posible que estas chicas jovencísimas que piden siempre tengan bebés de meses o un año como mucho. Hace no mucho leí en las cartas al director de un periódico que una persona que veía todos los días a una de estas supermamás a la salida del metro se hacía la misma pregunta, hasta que, un día, vio a la chica intercambiando el bebé con otra. Supongo que para quien no crea en el infierno, no hay problema en el tráfico de niños inocentes, ¿no?

Laus

PD: esto lo he escrito porque hoy he cogido el tren de vuelta a casa dos horas más tarde de lo habitual. Me he encontrado al mismo tío pesado que me amarga todos los viernes con su puta guitarra. Me molesta tanto como la música clásica de Renfe a todo volumen: la música es arte y mola… si la eliges. Y sobre lo de la mendicidad con niños, me indigna muchísimo. Tal vez, si nunca diéramos dinero a quien pide con un niño, verían que no les sale a cuenta y dejarían de hacerlo. Que conste que, en el pasado, yo también les di dinero. Es difícil saber qué es lo mejor. Ni qué decir tiene que, aparte de estos, hay muchos otros casos diferentes. Hay gente obligada a mendigar (si no algo peor) por mafias, hay gente que lo ha perdido todo. Tampoco sé hasta qué punto es justo dar unas monedas exclusivamente bajo el criterio de “que sepa hacer algo”, porque, ¿qué culpa tiene alguien que no ha podido aprender a tocar un instrumento o a hacer figuritas de aluminio? ¿qué sabemos de su vida para juzgar cómo debería “mendigar bien”?

En fin. No es fácil decidir qué hacer. Sólo quería hablar de dos cosas muy concretas, sobre las que sí me he formado una opinión, sin ánimo de generalizar.

 

 

 

2 comentarios

Eli -

Cert! Que sempre te'ls deixen mal colocats perquè caiguin i així els agafes; i aleshores és quan passa a recollir-lo i et quedes amb cara de "no, si jo no volia donar-te res..."

Iván -

Te ha faltado comentar el que reparte papelitos a las personas y luego las va recogiendo pidiendo dinero.